Pepita Pereira

Pepita Pereira

Ángeles Torres y su marido, ambos de Ourense, superan poco a poco el mal trago del adiós inesperado a Pepita Pereira, la madre del segundo. El coronavirus llegó sin avisar y se la llevó tras un mes ingresada. Tenía 91 años, y Pepita, una maestra jubilada cuyas raíces estaban en A Ponte, era una de las usuarias de la residencia Nuestra Señora de la Esperanza, uno de los recintos de la provincia donde la epidemia del covid-19 tuvo una mayor incidencia.

«Ella vivió mucho su profesión como profesora», dice Ángeles. Ahora, tras varios días de reflexión, dice que tal vez fuese mejor que se marchase pronto. «Ella fue de las primeras en fallecer por el virus. Y pensándolo en frío, quizá debamos estar agradecidos porque se fuese a tiempo, para que no haya estado viviendo la enfermedad sin poder estar en contacto con nadie», añade. La explicación de Ángeles tiene una razón de ser. Algunos afectados por el coronavirus mantuvieron a sus allegados al tanto salvando el paso con videollamadas, pero no todos tuvieron esa oportunidad, porque el covid-19 se cebó de una manera distinta con cada una de sus víctimas. En el caso de los de más edad, el paso del tiempo sin poder ver a sus familias ha ido dejando un poso triste. 

«Fue una situación muy dolorosa por la falta de contacto emocional a diario. Cuando supimos que se fue, queríamos estar con ella, para hacer el duelo como estamos acostumbrados. Y en cierta forma, también arroparla cuando fueron sus últimos momentos», dice. Pero tras saber que se había contagiado, fue imposible. No volvieron a verla en esos últimos 30 días, que el confinamiento hizo pasar aún más lentos. «Y ahí fue cuando sentimos esa impotencia de saber que posiblemente no podríamos despedirnos de ella», cuenta.

Pepita falleció el 12 de abril tras una intensa lucha contra la patología. Ángeles explica que en su entorno cercano hubo más casos de afectados por el fallecimiento de familiares durante la pandemia. Algunos aún están en shock y otros buscan palabras para describir lo sucedido. Para asumir cómo en apenas unas semanas pasaron de ver sus series queridos casi a diario a, de repente, perder de vista a unas personas fundamentales en sus vidas. «Agradezco la oportunidad de participar en este obituario porque queríamos poder decirle algo a Pepita o dedicarle una despedida aunque ya se haya marchado», decía Ángeles.

Ella optó por hacerlo de forma sencilla, incidiendo en el pesar que comparte con su pareja por no haber podido acompañar a Pepita en ese tramo final: «Te fuiste sin palabras, sin una mirada, sin poder coger tu mano, sin despedidas… Te has ido en silencio, Pepita. Esperamos que en tu último viaje te hayas llevado todo el cariño de los tuyos. Ahora, pasarás a vivir de forma permanente en nuestro corazón y pensamiento. No estarás sola».

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