Pedro Walch

«Era guapísimo mi marido. Y era maravilloso. Tuvimos 58 años de matrimonio y cuatro de novios… Y pudieron ser más, porque estaba como una rosa», dice Lucía Cuesta desde Madrid. Es la viuda de Pedro Walch Den Tuinder, la primera víctima del coronavirus en el hospital de Pontevedra. Lucía dice que su esposo era un luchador nato. Ella no debe ir a la zaga. Porque saca fuerzas para narrar lo que les pasó a partir del 8 de marzo, para que esa desolación se difumine y se imponga lo bueno vivido con Pedro, «un hombre muy alemán y muy serio, pero también cariñoso», que casualmente murió en Galicia.
Pedro era hijo de un padre alemán y una madre holandesa que cuando estalló la Guerra Civil se marcharon a Alemania. Él nació allí. Pero a los pocos años la familia volvió a Madrid, donde él se crio y vivió después. Siempre fue deportista, como Lucía. Así que no es raro que se conociesen nadando. Se enamoraron y, tras el noviazgo, llegó la boda. Tuvieron cuatro hijos y ahora Pedro era un feliz abuelo de once nietos y una bisnieta. A todos ellos los reunió el sábado 7 de marzo. Pedro y Lucía viajarían a Cuntis al día siguiente para pasar unos días en el balneario y, antes de hacerlo, querían estar con los suyos. Nadie sabía entonces que sería la última vez que se viese la familia al completo.
Pedro llegó a Cuntis al volante. Hizo del tirón el camino desde Madrid y en el chequeo del balneario no observaron nada raro. Estaban deseosos de nadar. Pedro, ya jubilado, pero que en su día se dedicó al asesoramiento de empresas, llevaba el deporte en el ADN, tanto a la hora de practicarlo como de participar en sus instituciones, ya que fue uno de los presidentes de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo y seguía siendo miembro de mérito de la Asamblea del Comité Olímpico Español. Pero, antes de poner un pie en la piscina, se encontró mal. A Lucía le faltan palabras para agradecer lo que hizo por ellos el personal del balneario.
Les acompañaron a Montecelo y allí se quedó él, mientras Lucía se volvió al balneario, se confinó e informó a sus hijos, que también dieron positivo (ella dio negativo). No le volvió a ver. El 14 de marzo, Pedro falleció. Tres horas antes, le mandaba mensajes: «Decía que estaba bien. Pero sabía algo. Mandó mensajes muy sutiles y cariñosos pero yo, que le conocía, sabía que se estaba despidiendo».
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