Manuel Rolando Fernández

Se llamaba Manuel Rolando Fernández Requeijo. En A Estrada lo conocía todo el mundo porque regentó durante medio siglo uno de los negocios emblemáticos de la villa, Calzados Enrique Coto. La zapatería, fundada en 1927 por su suegro, Enrique Coto, funcionó hasta el año 2005. No era una zapatería sin más. En sus orígenes fue el Amazon de la época. No había comercio electrónico, pero la oferta era variopinta. Se vendían lo mismo colchones que calzado, bolsos, artículos de piel o de deportes.
Manuel Rolando nació el 15 de julio de 1936 en la parroquia de Curantes. Con solo 14 años emigró a Cádiz, donde trabajó en la hostelería e hizo el servicio militar. En cuatro años de mili ascendió a cabo y enseñó a leer a muchos reclutas que no habían tenido la oportunidad de aprender. De vuelta a A Estrada se casó con Milagros Coto Matalobos y se puso al frente del negocio impulsado por su suegro.
Pero no fue solo comerciante. Fue además lector apasionado y ávido investigador. Mantuvo su curiosidad por el saber durante toda su vida e inculcó en los suyos el valor de la familia y el respeto a la naturaleza y a la tradición. Fue además uno de esos «héroes anónimos» del 36. Lo destaca su hijo Carlos Henrique con gran acierto. Manuel Rolando perteneció a esa generación artífice del estado del bienestar. La que vivió las cartillas de racionamiento y el estraperlo y consiguió sacar adelante a sus hijos gracias a valores como el trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad. La misma que el coronavirus ha tenido la desfachatez de llevarse en la más triste soledad.
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