Luis Ángel Albilares

A Luis Ángel Albilares se le daba bien tratar con la gente. Relojero toda su vida, de su buen carácter saben los clientes de su establecimiento en el centro de Chantada, pero también quienes a lo largo de sus 89 años de vida tuvieron un trato más estrecho con él. «Era de las mejores personas que te puedes echar a la cara», aseguran sus hijos, a los que todavía les cuesta contener la emoción semanas después de su fallecimiento. Su padre fue la primera víctima mortal del coronavirus en la provincia de Lugo. Luis Ángel Albilares era un relojero habilidoso. Había aprendido el oficio de niño con otro relojero local y a ese trabajo acabó dedicando toda su vida. Buen profesional, no le costó hacerse con una clientela fiel, no solo de Chantada, sino también de municipios cercanos. Cuando le tocó jubilarse, el negocio lo heredó una de sus hijas, pero él seguía yendo de vez en cuando por la tienda.
Involucrado desde siempre en la vida social chantadina y aficionado al fútbol, a finales de los años sesenta participó activamente junto con unos amigos en la fundación de la SD Chantada. El club cumplía medio siglo de vida y en la cena que organizaron para conmemorarlo las pasadas Navidades los directivos le rindieron homenaje a él, a modo de reconocimiento a todos los socios de la entidad. Imposible encontrar a alguien mejor para representarlos a todos, porque el suyo era el carné número 1. No faltaba a las partidas de dominó por las tardes con sus amigos en el casino local. Y tampoco perdonaba la partida de cartas diaria en casa con su mujer.
Padre de tres hijas y un hijo, Luis Ángel Albilares deja viuda, siete nietos y una bisnieta. Tras el funeral, sus hijos hablaban entre sí y a los cuatro les resultaba imposible recordar nada negativo. «Era —insisten ahora— una buena persona, no hace falta decir más».
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