Jesús Gayoso Rey

Jesús, eras el primogénito de nuestra familia, nos separaban 9 años, pero aun así estábamos muy unidos. Algunos de los recuerdos más vívidos de mi infancia son en relación contigo y con nuestro hermano Óscar. Recuerdo cuando «guerreaba» con vosotros, con intención de ganaros la pelea. Tampoco olvido los detalles que teníais conmigo, recuerdo especialmente un peluche de Snoopy con el que me sorprendisteis en Ibiza cuando tenía 8 años para mimar a vuestra «enana» (como me llamabas cariñosamente).
Jesús, cada vez que pienso en ti me viene a la mente tu sonrisa, tus ganas de hacer cosas con esa alegría y dinamismo, ese entusiasmo y energía que desprendías, siempre dispuesto, cariñoso, bromista y comunicativo. Tu capacidad incansable de perseguir sueños y retos. Te desvivías por intentar llegar a todo, alternando jornadas maratonianas de trabajo con fines de semana familiares intensos con Luis, Jesús y Lourdes y vacaciones con nuestra familia en Galicia. Seguir tu ritmo siempre me ha parecido imposible, tu cabeza iba muy rápido.
Aunque eras coruñés de adopción, amabas A Coruña de forma incondicional y cada vez que tenías vacaciones venías para reunirte con nuestra familia. Siempre has mantenido ese nexo de unión con tus raíces, la familia Gayoso Rey. Te encantaba venir a casa para disfrutar de comidas y sobremesas familiares, reunirte con tus amigos de toda la vida y aprovechar para hacer un poco de deporte.
Echo de menos poder llamarte, me escuchabas de forma incondicional, al otro lado del teléfono, intentando comprenderme y ayudarme. Siempre he admirado tus ganas de saber. Me encantaba escuchar cómo nos contabas «tus batallitas» y cómo compartías, especialmente con papá, anécdotas profesionales (ambos habéis compartido ese amor a la patria y a la Guardia Civil). Tras tu fallecimiento me ha sorprendido gratamente la cantidad de mensajes cariñosos y escritos de reconocimiento que han trascendido en la prensa o en redes sociales. Tú, sin embargo, siempre has sido muy humilde, no alardeabas de tus éxitos profesionales, decías que eso no era lo importante. Lo valioso para ti era tu equipo, tu familia GAR (Grupo de Acción Rápida), te gustaba cultivar esa unión en tu Unidad, la cuidaste igual que intentabas estar en los momentos importantes de nuestra vida.
Lo más duro que me ha pasado hasta ahora ha sido perderte, especialmente en las circunstancias en las que esto ha ocurrido. Empezaste con fiebre, a los cinco días ingresaste. Te encontrabas en aislamiento y apenas tenías batería en tu teléfono, así que tan solo pudimos comunicarnos por mensajes de texto (qué pena tengo de no haber podido hablar contigo). Al pensar que habías superado grandes dificultades en tu vida laboral, me resultaba inconcebible que esta infección pudiese contigo. Hasta que llegó la fatídica noticia.
No poder ir a despedirme de ti, así como no poder estar toda la familia unida para darte nuestro «hasta siempre» ha sido muy duro y doloroso. Me entristece que no hayamos podido llevar a cabo el viaje que estábamos organizando por el 50 aniversario de nuestros padres, que te hayas perdido mi 40 cumpleaños y el 50 cumpleaños de Chari, el 18 cumpleaños de Oscarín y su entrada en la universidad, el 80 cumpleaños de papá… 2020 era un año esperado para nosotros, con muchos eventos familiares e inicios de nuevas etapas, pero en menos de 15 días todo se ha desvanecido. He de reconocer que me queda la espinita de no haber ido con mi Laurita (cómo va a echar de menos los cuentos protagonizados por Capucho, ese personaje que te habías inventado para ella) y con tu ahijado Lucas a visitaros a Logroño. Tan pronto podamos iremos a ver a Lourdes y a tus niños. Jesusín llegará hecho un hombre de EE.UU. y a Luis cada vez lo veo más maduro. Siento mucho que no puedas verles cumplir su mayoría de edad, sacarse el carné de conducir y todos los grandes acontecimientos que les deparará el futuro. Te prometo que estaremos acompañándolos y apoyándolos en todos aquellos momentos que necesiten, mantendremos la familia unida y te tendremos presente. Aunque has dejado un gran vacío en nuestras vidas, intentaremos seguir hacia adelante como tú habrías hecho y como desearías que hiciésemos. Siempre te recordaré con esa sonrisa que te caracterizaba, diciéndome «qué pasa, hermanita».
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