Agustín Banda Pedreiro

«Bos días, papá, aquí la cuatro». Me encantaba oírte reír cada vez que decía eso por teléfono. Siempre tuvimos esa conexión, ese punto de humor irónico que solo los dos sabíamos transmitir… y era nuestra forma de comunicarnos, de reírnos, de compartir. Yo creo que con nadie más tengo esa conexión… es algo único entre los dos.
La última vez que hablé contigo te daba ánimos, te enviaba mucha fuerza para luchar contra el virus… como hacías tú cada vez que tenía un problema o no sabía qué hacer… Ahora hace días que no estás con nosotros, no nos pudimos despedir, y aunque me echaron del tanatorio, yo quise estar ahí, abrazando una pared diciendo en alto lo mucho que te quiero. Nunca me dejaste sola, y yo no te quise dejar solo en ese momento.
Siempre fuiste una persona generosa, amable, trabajadora, dispuesto a ayudarnos, a esos achuchones a tus nietos (y a mí, que era tu pequerrecha). Te encantaba reunirnos a todos, disfrutar, vivir la vida… pero con nosotros. Nos querías ver bien, felices, y hacías todo lo posible para que así fuera.
Nos encantaba descubrir bares nuevos, visitar los nuestros de siempre… El último café en La Dársena recuerdo que me dijiste lo mucho que les gustaba a los abuelos «¡Ay, si estas paredes hablaran!». A mí todo me recuerda a ti, Coruña sois tú y mamá. Nuestros paseos por el centro, nuestros encuentros por el barrio, esos cafés a media mañana, recorrer el paseo marítimo, sacar fotos a la playa…
Te encantaba estar con tus nietos, darles abrazos, jugar con ellos, saludarlos desde la ventana de camino al colegio, compartir una tarde de cine, de parque… siempre pendiente de juntarnos a toda la familia, de que fuéramos felices. Y sí, yo era feliz, por estar contigo, por estar con vosotros. Esos vinos o ese café eran las mejores celebraciones de toda mi vida. Cada vez que te encontraba por la calle era un momento especial y lo celebrabas diciéndome: «Venga, te invito a un café». Y aunque ninguno de los dos podíamos tomar dulce, siempre hacíamos esa excepción, era nuestro secreto. Como cuando venías a mi habitación a escondidas y me decías: «¿Tienes algo de dulce por ahí?».
Nos haces mucha falta. Mucha gente te quiere y estos días lo están demostrando. Pero te sigo necesitando. Pasear por Coruña sin ti ya no será lo mismo. Te fuiste demasiado pronto. Ojalá hubiera podido protegerte, como siempre hacías tú conmigo. La vida se me va a hacer muy larga sin ti, pero te juro que intentaré ser fuerte como siempre has sido tú. Y siempre te recordaré con esa sonrisa, esos besos que me dabas, los ánimos y todo el cariño que nos dabas. Nunca te olvidaré. Te quiero.
Deja una respuesta