A. Pardo Fabeiro

«Te fuiste en la Semana Santa, preciosa metáfora para quien, como tú, eras un referente de principios y valores para tantas personas. Familia, amigos, compañeros de profesión, vecinos…, hoy todos lloramos tu ausencia, y aspiramos a haber sabido aprender de tu bondad y saber hacer». Estas palabras de un familiar glosan la personalidad de Antonio Pardo Fabeiro, procurador de los tribunales nacido en Negreira y afincado en A Coruña durante más de cinco décadas, hasta que el Jueves Santo no pudo superar la enfermedad. Casado con Soledad Collantes, tenía dos hijos y dos nietos.
En su extensa trayectoria profesional, Pardo Fabeiro ejerció responsabilidades como vicedecano del Colegio de Procuradores de A Coruña y, entre otros reconocimientos, recibió la Medalla de Plata de la Orden de San Raimundo de Peñafort. Colegiado también como letrado, decenas de procuradores juraron respetar sus obligaciones profesionales bajo su padrinazgo. «Señor y maestro de vida y bondad», definen a Antonio Pardo sus allegados, que también recuerdan su afición al fútbol, deporte que practicó en las filas de la S.D. Negreira, el Victoria de San Lázaro o el Racing de San Lorenzo: «La grada se revolvía al grito de «¡hala, Tonciño!», cada vez que emprendías una de tus célebres galopadas. Hoy todos gritamos también «¡hala, Tonciño!», para darte ese justo aliento que te ayude a llegar a lo más alto; aunque, realmente, para eso tú no necesitas aliento pues, aunque compartieras tu vida terrena con nosotros, siempre estuviste en lo más alto».
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